Escrito en el hielo

27 diciembre 2009


Llevo años contemplando un lugar que me enamoró con pasión la primera vez que lo vi. Se trata de un enclave en el Valle de Tena cercano a la localidad de Sallent de Gállego (Huesca), el nombre del lugar y pueblo que un día fue abandonado por imperativo legal y que hoy resurge de su olvido es Lanuza, y junto con él, el embalse que lleva su nombre y su historia. Alimentado por las aguas del Gállego y de Aguas Limpias, allí donde las aguas permanecen calladas en días de invierno, de mucho frío y de nieve, la sorpresa a la mirada surge de la nada. A menudo el agua tiene unos colores tan límpidos y puros, con unos matices verdeazulados de ese agua de montaña que su sola contemplación llena el alma. En pleno invierno la superficie se congela, a veces por zonas y no hay nada más gustoso que acercarse a contemplar cómo la nieve se deposita mansamente en la superficie.

 En estos días previos a la navidad, nunca lo vi tan bonito. La congelación de la superficie había adquirido formas inusitadas, estrellas que surgían de un punto cualquiera, puntos de luz estrellados, ondas congeladas y pequeñas huellas delatoras del paso de algún pequeño mamífero por su superficie.







Comentarios

  1. Cuántas cosas sin ver en tu blog!! estoy flipada!!
    otra preciosidad!!

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